Fachavales: el peligro de demonizar a los jóvenes con ideas propias

Opinión y análisis sobre un término que divide más de lo que explica.

Fachavales: el peligro de demonizar a los jóvenes con ideas propias

En las últimas semanas ha surgido en los medios españoles el término “fachavales”, mezcla de “facha” (apelativo despectivo para fascista) y “chaval” (joven). Se presenta como un nuevo perfil de jóvenes presuntamente influenciados por la extrema derecha.

Por ejemplo, un reciente reportaje de laSexta advierte que 4 de cada 10 jóvenes españoles “no le importaría vivir en un país menos democrático” y que un 15% se considera de ultraderecha. Según ese mismo informe, se les retrata preocupados por el culto al cuerpo, el éxito rápido y la “manosfera”.

No obstante, más allá de encuestas o titulares alarmistas, “fachavales” no es un colectivo organizado ni homogéneo, sino una etiqueta mediática. En la práctica agrupa realidades muy distintas: desde aficionados al gimnasio o a las criptomonedas hasta jóvenes liberales o simplemente críticos con ciertos discursos sociales.

¿Qué dicen los medios sobre los “fachavales”?

Los grandes medios han difundido el retrato de estos jóvenes con tintes estereotipados. Por ejemplo, laSexta los describe como hombres hipermasculinizados, vinculados al culto al cuerpo y a gurús del “éxito fácil”, que perciben avances sociales como amenazas.

“Dibujan extrañas conexiones entre liberales, fascistas, influencers, aficionados al fitness y criptomonedas.”

Libertad Digital

En síntesis, los fachavales son descritos con tres rasgos principales:

  • Culto al cuerpo y éxito fácil: vinculados al fitness o a las criptomonedas.
  • Rechazo al feminismo y a la inmigración: presentados como contrarios a la igualdad.
  • Proximidad a la ultraderecha: supuestamente caldo de cultivo para discursos extremos.

Peligros de etiquetar a los jóvenes como “fachas”

Llamar “fachavales” a jóvenes que discrepan con la corriente dominante tiene consecuencias peligrosas. Polariza, simplifica y deshumaniza. Cuando todo disidente se convierte en “fascista”, se borra el matiz y se cierra la puerta al debate constructivo.

El caso de Charlie Kirk en EE. UU. es ilustrativo. El líder juvenil conservador fue asesinado en septiembre de 2025 por un joven radicalizado. En la bala del crimen, el atacante grabó la frase: “Fascista, pilla esto”. Una etiqueta convertida en odio real y finalmente en violencia.

“La violencia y la muerte son consecuencia de demonizar a aquellos con quienes no se está de acuerdo.”

— Donald Trump, citado en El Español

Estudios que avalan los riesgos de estigmatizar con etiquetas políticas

Para no quedarnos solo en opiniones, varios estudios científicos muestran los efectos negativos de catalogar adversarios políticos con etiquetas fuertes como “facha”:

  • Dehumanización del adversario: un estudio de Marta Marchlewska y colaboradores muestra que quienes tienen una identidad política narcisista tienden a deshumanizar al grupo contrario y a mostrar más inclinaciones agresivas hacia él. [British Journal of Social Psychology]
  • Lenguaje genérico y polarización: otro estudio analiza cómo afirmaciones del tipo “los fachas siempre…” o “los otros nunca…” refuerzan percepciones exageradas de polarización, aunque se sepa que no aplican a la mayoría. [PubMed]
  • Representaciones mentales deshumanizadas: investigaciones recientes muestran que tanto liberales como conservadores tienden a proyectar atributos negativos distintos en el adversario, restándole humanidad. [PubMed]
  • Polarización afectiva y politización de lo apolítico: un experimento sobre la gestión del COVID-19 en EE. UU. reveló que cuanto mayor es el rechazo al “otro bando”, más se politizan temas neutrales y menos espacio queda para el debate racional. [Northwestern University – IPR Study]

Conclusión: diálogo en vez de etiquetas

El fenómeno de los fachavales ha encendido un debate legítimo: ¿por qué algunos jóvenes se sienten incómodos con los cambios sociales o con la política actual? La respuesta no puede ser demonizarlos, sino escucharlos y entender sus inquietudes.

Etiquetar es fácil, pero genera división. Profundizar en causas como la precariedad, la crisis de identidad o el impacto de las redes es más complejo, pero también más necesario. Solo así evitaremos que fachavales sea una etiqueta peligrosa para los jóvenes y para la democracia.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que el término “fachavales” ayuda a entender la realidad juvenil o solo sirve para dividir más?

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